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miércoles, 24 de agosto de 2011

El tío Evaristo

La última vez que lo vieron fue arriba del techo de la casa de la abuela. Esa casa inmensa y alta. Siempre tuvo inclinación por las alturas. Lo que se cuenta en la familia era que, siendo poco más que un bebé, subía a las sillas y decía algo así como "bu ba buba" lo que hacía pensar a la abuela que iba a ser un escalador de grandes montañas y mientras el abuelo afirmaba con sonrisa
maliciosa que siempre iba a "estar arriba". De las escasas veces que estuve con él, no diría que sólo le gustaran las alturas, sino todo tipo de situaciones extrañas. Era un extremista, es decir, le gustaban los extremos impensables para el común de los mortales. En su adolescencia, yo tendría unos cinco años, mi madre fue de visita donde la abuela, en ese entonces, ya viuda. Mientras ellas hablaban, me escapé a la pieza del fondo del patio, donde estaba el tío Evaristo con una extraña música en el ambiente. ¿Te gustan esos sonidos? preguntó, justo cuando acabaron. No sé contesté. Yo era un niño muy vergonzoso, así es que mejor no me comprometía con nada, ni siquiera con los sonidos, aquella vez. "Los uso cuando hago ejercicios". "¿Cuales?". "Estos". Y puso su boca de una manera extraña, como si sus labios se pudieran dar completamente vuelta hacia afuera, y comenzó con el extraño sonido que parecía salir de lo más profundo de su estómago. Le iba a preguntar cómo lo hacía, y me indicó que guardara silencio. Entonces vino lo verdaderamente sorprendente. Comenzó a caminar por las paredes como si ellas fueran un piso firme para andar. Me eché atrás y no corrí despavorido porque tenía los pies firmemente pegados al suelo. "No le cuentes a nadie, sino me creerán loco, y eso sería un problema".

Así era el tío Evaristo. Cuando me avisaron la semana pasada que el tío había desaparecido, desde el techo de la abuela, no me cupo duda que del techo saltó al peral y de ahí a alguna nube cercana y luego a otra. Ni me extrañaría toparme cualquier día con él, después de aburrirse de andar por ahí arriba. En verdad, son mis deseos de encontrarlo para contarle que finalmente pude repetir sus sonidos y ya voy por la vida saltando de edificio en edificio, aunque haya calles entre medio.

1 comentario:

poesiadesdelacarcel.blogspot.com dijo...

MARAVILLOSOS! el tío, el narrador de la historia y la historia. Si el autor tiene la genética aérea del tío, lo veremos encumbrado a quien sabe que alturas como escritor de cuentos varios.

Andrea Brandes